jueves, 3 de noviembre de 2016

La hija del mariachi


Me gusta la hija del mariachi por que tiene talento y voz,  es un buen mariachis. He escuchado sus canciones.

Emiliano Sánchez-Gallardo Galvan es un empresario mexicano, economista, muy preparado, millonario, hijo de una de las familias más adineradas y reconocidas del país; dueño de Autos Premier, una empresa que importa autos de lujo. Adorado por las mujeres, arrogante y acostumbrado a rodearse solo de gente de la mas alta sociedad y quien jamas soñaría mezclarse con gente de la clase trabajadora, lo tiene todo, hasta que por la traición de sus amigos que utilizan su empresa para el blanqueo de capitales sin que él lo sepa y presionado por su abogado el Licenciado Corona,tras una redada se ve obligado a huir de México, su país, y su casa y desprenderse de todo lo que hasta entonces había sido su mundo con la intención de regresar cuando se hubiera aclarado todo. En el aeropuerto decide adelantar un viaje que tenía planeado a Sao Paulo, en la aerolínea le informan que no hay cupo a Sao Paulo directo, solo un cupo con escala a Bogotá - Colombia.
Es asi que por una cadena de circunstancias desafortunadas llega a Bogotá, y alli es asaltado y golpeado por tres hombres quienes le roban el reloj, la billetera, los papeles y todo el dinero que tenía. Ahora el millonario que vivía rodeado de lujos y que se hospedaba en los mejores hoteles del mundo se encuentra atrapado en Colombia, prófugo, perseguido por la INTERPOL por un delito que no cometió, sin amigos ni conocidos, indocumentado y sin medio de subsistencia en un país donde no conoce a nadie.
Aturdido y deambulando por las calles, en el centro de Bogota se encuentra por casualidad un bar de mariachis y creyendo que es un bar de mexicanos en Colombia, se acerca a que lo ayuden porque necesita comunicarse a México. En el bar "Plaza Garibaldi" Emiliano conoce a Rosario Guerrero, una cantante de rancheras, hija de un mariachi pendenciero y bebedor, la mujer que le cura las heridas que le dejaron los asaltantes, la que le tiende la mano y que se convierte en su ángel guardián.
Los problemas para el mexicano apenas comienzan, pues en México es buscado por la INTERPOL, es noticia en todo el país, sus dos socios Martín y Steve y su amigo Felipe son encarcelados y llevados a juicio acusados de ser sus cómplices en el lavado de dólares.
Por seguridad y por recomendacion de Felipe Emiliano decide cambiarse el nombre a Francisco Lara, se hace pasar por mecánico y oculta su verdadero origen. Rosario se da cuenta que Francisco se encuentra sin dinero, sin comida y que no conoce a nadie, la humilde muchacha lo ayuda a que Don Génaro, dueño de la Pension "El Recuerdo" le alquile un cuarto en su pensión (un cuarto nada comparable a los hoteles cinco estrellas donde este se hospedaba), Rosario a pesar de los regaños de Doña Raquel su madre, le lleva comida y se preocupa de que a Francisco no le falte nada.
Rosario se da cuenta que Francisco posee una gran voz para las rancheras, pero este no le da importancia. Acostumbrado a un medio cultural alto difícilmente conoce o admira el mundo de las rancheras a pesar de tener una voz mas que buena para la interpretación y solo lo hace ocasionalmente y por socializar pero sin gustarle realmente ya que nunca en su vida se ha interesado por las rancheras y mucho menos por ser mariachi. Desesperado por la falta de dinero, necesita conseguir trabajo y recurre a Rosario para que lo recomiende como mecanico. Al no poder conseguirle un trabajo como mecánico, Rosario intercede ante Don Carlos, el dueño del Plaza Garibaldi, para que le dé trabajo de cualquier cosa, este indignado al pensar que el mexicano es un don nadie al que equivocadamente estuvo halagando dice que no tiene trabajo para él y menos se va a meter en líos por un indocumentado, que no le haga perder su tiempo. Ante la negativa del dueño del bar para contratar a Francisco y sabiendo de la gran necesidad que este tiene de trabajar. Rosario a pesar de la renuencia de Francisco a trabajar como mariachi le ruega a Don Carlos para que le de una oportunidad como cantante, porque lo hace muy bien y tiene una gran voz, Don Carlos acepta porque piensa que a su bar no le caería mal un mariachi mexicano.
Cuando Rosario le dice a Francisco que le consiguió trabajo como mariachi, este lo rehúsa, y dice que jamás lo va a aceptar, pero Don Carlos humilla a Rosario y le dice que le va a descontar el día por haberle hecho perder el tiempo, Francisco se enoja y le grita a Don Carlos que sí que cuál canción quiere que le cante, pero le empieza a ganar el pánico escénico y no empieza su prueba con el desempeño que Rosario describió a Don Carlos por lo que a punto estuvo de perder la prueba hasta que "El Coloso" que había escogido "Jalisco" para reventarlo le dice que la prueba le quedo grande y es así que picado en el orgullo Emiliano saca su potente voz dejando a todos en el bar impactados y a "El Coloso" furioso.
Don Carlos y Mireya su asistente quedan fascinados con la voz de Francisco y no dudan en contratarlo inmediatamente porqué lo consideran una "mina de oro". El Coloso, líder del grupo de mariachis y eterno enamorado de Rosario fue al único a quien no le agradó la noticia de que "el Mexicano" sería otro integrante de su grupo, desde ese instante se jura a si mismo hacerle la vida imposible al mexicano todos sus días en Colombia hasta que se vaya de su bar y de Colombia.
La amistad que surge entre Rosario y Emiliano transformará completamente sus vidas. Él recibe incrédulo la solidaridad desinteresada de Rosario, un sentimiento escaso en el mundo de riqueza en donde ha transcurrido su vida. Gracias a ella, logra sobrevivir como cantante en el bar Plaza Garibaldi, mientras elude la celosa persecución de la INTERPOL y de la policía en Colombia y México. Pero, sobre todo, descubre a través de su mundo, la extendida influencia de la cultura mexicana en Colombia, y encuentra en Rosario al gran amor de su vida.
Ella también conoce el amor gracias a Emiliano. Con él empiezan a encajar en su mente y en su alma las piezas sueltas de lo que ha sido su vida. Los momentos más felices, y también los más dolorosos de la vida de Rosario, están relacionados con el recuerdo de su padre. Un cantante de rancheras, bohemio y apasionado, un hombre entrañable que arriesgó su vida y llenó de tristeza la de su familia, porque le ganaron las noches de trabajo, el licor y las mujeres. En ese esfuerzo desesperado por borrar el recuerdo de una infancia turbulenta, Rosario lucha por convertirse en Administradora de Empresas.
A pesar de la tristeza, la imagen de su padre está ligada a la alegría y a la pasión, por eso conserva como una reliquia su atuendo de mariachi. Un vestido sin dueño, un dolor que sólo se desvanece cuando Rosario, sin pretenderlo, se enamora de Emiliano y le presta ese traje para que él pueda cantar en el bar Plaza Garibaldi.
Es así que Emiliano Sánchez Gallardo, miembro de una de las familias más poderosas de México, quien nunca se imaginó que terminaría convirtiéndose en el cantante de un bar de música mexicana, de mediana categoría, en la capital colombiana y creyendo que su situación jurídica en México se aclararía en pocas semanas, nunca le cuenta la verdad a Rosario. Mientras tanto en México, Martín y Steve sus socios y los verdaderos culpables al ver que Emiliano está prófugo y que todas las pruebas lo acusan, guiados por Corona decidirán hundirlo y declarar en su contra para ellos salvarse, Felipe por su parte, siendo inocente no le importara ser condenado, pero jamás traicionaría la amistad de infancia que tiene con Emiliano.
A la incertidumbre de tratar de ser otro y a la angustia que le produce el colapso de su familia y de su vida, tiene que agregarle el poco dominio que tiene sobre sus propios sentimientos, soportar la feroz oposición de sus rivales, El Coloso de Jalisco, que no parara de hacerle la vida imposible pero que no es el único enemigo del mexicano, también esta el prominente abogado Javier Macías, pretendiente de Rosario, al que ésta no le corresponde por ser casado y porque la esposa le ha hecho muchas humillaciones. Por otro lado, tendrá que lidiar con las intrigas de Virginia, hija del dueño del bar, que está obsesionada con Francisco y hará lo que sea por separar a Francisco de Rosario.
Así que la lucha permanente de esta pareja, será para demostrar que cuando se quiere de veras, ningún obstáculo es infranqueable .
Y así es como entre canciones empieza a desarrollarse la historia en la que Emiliano es la columna central y en la que se ve como cambia la forma de este de ver la vida y a la gente en su valor, como se encuentra y conoce su cultura y su música, aprendiendo a respetarla y a amarla, así como el respeto al traje de mariachi y la forma de vida detrás del mismo y lo que este significa a través de un grupo de mariachis colombianos a los que vuelve su familia y quienes además le enseñan a adaptarse a su propia cultura, modismos de lenguaje y lo mas importante le enseñan el significado de amistad, lealtad y finalmente a conocerse y saber de que tanto es capaz cuando al quedarse sin nada termina teniéndolo todo.
La historia puede dividirse en varias etapas Emiliano llega a Colombia y Francisco Lara entra a Plaza Garibaldi; "El Mexicano" en la Laguna; "El Principe" vuelve al Garibaldi; Emiliano huida y captura; "El Mariachi del Reclusorio Sur" en la cárcel, reivindicación y regreso de Emiliano a Colombia.
Un guión inteligente y original, unos diálogos brillantes, una utilización de la música ranchera insuperable, unos personajes entrañables y creíbles, unos actores elegidos por su capacidad de actuar y transmitir y no por otras consideraciones, una combinación perfecta de comedia y drama. La mayoría de las telenovelas que se ven actualmente en las que se mezclan actores de aquí y allá y de ningún sitio son un churro sin personalidad ni gracia. No así “La Hija del Mariachi” que sabe sacar partido de la diversidad y que se concentra justo en lo contrario. En vez de desdibujar las diferencias culturales se preocupa en acentuar los localismos, sin que por ello caiga en los tópicos o recurra sin necesidad a los estereotipos.
Emiliano es mexicano, pero no por ello es aficionado a las rancheras. De hecho, Emiliano es un hombre sofisticado al que el mundo de los mariachis le resulta ajeno. El contraste resulta aún más curioso en cuanto a que Emiliano ni siquiera se encuentra en México, sino en Colombia, por lo que el shock cultural es mas impactrante y no sólo es rico, sino de buenísima familia, lo que va acompañado, en México y en casi cualquier sitio con que son bastante clasistas. El “descenso” a los infiernos es aceptado por Emiliano, sin embargo, sin mucho dramatismo más que nada porque piensa que va a ser algo puramente transitorio, pero también nos da una primera medida de su carácter, generoso y fuerte y nada blando a pesar de haber nacido en sábanas de seda.
Un aspecto muy interesante de la historia, sobre todo en el primer tercio de la novela en el que se establecen las bases y mimbres de la trama policíaca, es la constante contraposición entre las elucubraciones de la policía mexicana y su elaboración de sucesivas teorías conspiratorias y lo que le está ocurriendo realmente a Emiliano, que no puede estar más a ras del suelo. Este toque trágico-humorístico es una constante en la novela, y en general del sentido del humor por el que se distinguen las novelas colombianas. Los colombianos, o al menos los colombianos guionistas de televisión, tienen una extraordinaria capacidad para reírse de sí mismos, incluso en una novela como ésta, en la que contraponen personajes de dos nacionalidades. Porque reírse de uno mismo en casa es más habitual, pero reírse de uno mismo comparándose con los de otro país eso sí que es raro, valiente y original.
Una de las muchísimas virtudes de esta novela es que las tramas secundarias giran alrededor de la trama principal, lo que parece una perogrullada pero es que en la última “hornada” de novelas hay miles de tramas sin conexión entre sí o con una conexión basada en cosas tan tenues como el hecho de compartir el mismo espacio físico en un momento dado. Esto puede que no sea considerado universalmente un defecto, pero sí lo es para estos comentaristas, para los que esas tramas inconexas no son más que un estorbo, que no añaden nada a la acción y que sólo sirven de distracción y de excusa para no desarrollar adecuadamente ninguna de ellas.
En “La Hija del Mariachi”, como hemos dicho, las tramas son subsidiarias de la trama principal, pero no por ello los personajes secundarios son puros maniquíes, “props” u objetos para que los protagonistas principales tengan la oportunidad de soltar sus parlamentos, como ocurre en otras novelas. En “La Hija del Mariachi” los personajes secundarios tienen identidad, personalidad y vida propia, lo que contribuye a dar a la novela una profundidad y calidez que la hacen más interesante.
Sin ser una novela cómica, “La Hija de Mariachi” tiene muchas escenas divertidas, pero la comicidad se basa en la inteligencia, en el ritmo, en la brillantez y gracia de los diálogos, en la excelencia de los actores, y no en esas situaciones grotescas, plagadas de personajes absurdos cuya única gracia está en que no paran de hablar y no se callan ni para tomar aliento, aunque lo que digan no tenga maldita la gracia. En “La Hija del Mariachi” el único personaje verdaderamente extravagante, Doña Eulalia, es tan graciosa (Luces Velázquez, la grandiosa Berta de “Betty la fea”, tan eficaz como siempre), como aleccionador su esnobismo y su utilización de un lenguaje pretendidamente culto pero permanentemente mal pronunciado y utilizado.
Rosario es cantante, por tradición pero sobre todo por necesidad, estudia en la Universidad y se preocupa por sus estudios, su madre es una mujer de clase media (o más, no se sabe bien) venida a menos por amor, pero la vida que llevan en su casa en la de una casa normal de clase media aunque sin recursos. Por eso la historia no trata del príncipe rico que se enamora increiblemente de la paupérrima, ignorante y analfabeta vendedora callejera o cartonera sino de dos personas con vidas absolutamente distintas pero no tan diferentes en el fondo, que no estaban destinadas a encontrarse pero a las que el destino une inesperadamente. En la vida futura de los dos es más probable que la estudiosa, trabajadora y responsable Rosario considere que los amigos frívolos y esnobs de Emiliano son unos marcianos que lo contrario, que éstos la consideren a ella un “mosco en leche”, como dicen en México. También Emiliano se preocupa por los estudios y el futuro profesional de Rosario, lo que muestra que no se trata de uno de esos ricos ociosos que piensa que su futura mujer es un florero cuya única función será acompañarle. Se ven varias escenas en las que Emiliano ayuda a Rosario (y a Lucía) a estudiar y a hacer los trabajos, y se preocupa por sus calificaciones.
Una absoluta novedad es la utilización de la música como un elemento dramático más. Al estilo de las comedias musicales, pero con la diferencia de que en “La Hija” los personajes no se ponen a cantar sin ton ni son en medio de una frase, y con la gracia añadida de que utilizan música que ya existía y no ha sido compuesta para esta obra en particular. En la novela se eligen canciones que subrayan o acentúan los momentos adecuados de la acción, sin contar con que los actores hacen unos playbacks excelentes, con lo que en ningún momento las situaciones parecen forzadas. A esto se añade que, y aunque a uno no le guste el género hay que reconocer que las rancheras y boleros tienen un lenguaje extremadamente poético, muy adecuado como música de fondo de un historia de amor y desamor. A lo largo de la acción, en el riquísimo cancionero existente, se van eligiendo las canciones cuya letra es más adecuada y pertinente con lo que está pasando y la música y las letras permiten a los personajes transmitir sus sentimientos con una profundidad y un nivel dramático que nunca se alcanzaría en una conversación, porque el lenguaje hablado es necesariamente más coloquial y porque el pudor nos impide decir según qué cosas.
Como pocas novelas de las buenas, “La Hija del Mariachi” tiene otras lecturas además de la obvia: chico encuentra chica y amor-sufrimiento-amor y más amor. Después de observar este paralelismo una amiga de esta página nos ha hecho ver que el guión de “Mirada de Mujer” es obra de Bernardo Romero Peiró, maestro y mentor de Mónica Agudelo Tenorio, la autora de “La Hija del Mariachi” e incluso esta autora participó en el guión de la primera.
Una de esas lecturas, otra de las “historias dentro de la historia” está en que en “La hija del Mariachi” se presenta una situación paradójica, en un mundo en el que los habitantes de los países ricos se parapetan o atrincheran tras sus fronteras como si se tratara de fortificaciones en las que hay que resistir el asalto de los invasores, “los pobres”. La “Hija del Mariachi” coloca al rico en el lado malo de la ecuación, es el rico el que se encuentra sin papeles y sin posibilidad de encontrar un trabajo de acuerdo con sus sobradas cualificaciones porque nadie le da la oportunidad sin un papel que lo demuestre, por lo que se ve obligado a realizar un trabajo que no por digno es adecuado ni le permite ni siquiera malvivir. Más aún, en la ficción estamos acostumbrados a ver a los emigrantes mexicanos huyendo del hambre y cruzando como pueden la cerrada frontera con los EEUU que los separa de la posibilidad de trabajar, alcanzar la prosperidad y de su justo derecho a una vida digna, pero resulta que esta situación que nos parece tan humanamente injusta aunque legal y organizativamente tenga algún sentido, se repite en Colombia pero al revés. Mientras que los mexicanos pueden entrar y salir de Colombia como quieren, los colombianos no pueden ir a México, un país más próspero, sin un visado. Dos puntos de vista, las dos caras de la misma moneda.
Como siempre que hablamos de novelas colombianas los actores merecen un comentario aparte. “La Hija del Mariachi no es una excepción, aunque en esta ocasión la mitad sean mexicanos, desde Luis Eduardo Arango, como Sigifredo, hasta la niña que hace de Lucía, desde el fantoche de “El Coloso” hasta “El Mañanitas” y Esteban, el amigo de Javier Macías, la ya mencionada Luces Velázquez, Nicolás Montero, la gran Alejandra Borrero, todos están excepcionales y reales.
Mark Tacher, el actor que interpreta a Emiliano, es un actor muy expresivo y natural por lo que compone un Emiliano creíble y con coherencia interna, a pesar de vivir situaciones increíbles. El personaje de Emiliano tiene un extraordinario sentido del humor y es muy guasón, lo que suponemos puede o no ser atribuible a Mark, pero sí es totalmente mérito suyo las inflexiones y el ritmo, la puntualidad de sus entradas y su extraordinario lenguaje corporal que contribuyen mucho al realismo, la oportunidad, el sentimiento y la comicidad de sus frases. Por su versatilidad y buen hacer Mark Tacher es considerado en Colombia el mejor galán mexicano, y quien que no parece pensar que cultivar su físico sea una de las ocupaciones principales de su vida, sólo lo justo, lo que le hace, como actor y como hombre, más interesante.
Como contrapunto de Emiliano encontramos a Fernando Molina, “El Milamores”, interpretado por Mario Duarte, otro prodigio de la naturalidad. Los dos componene una pareja de amigos entrañable, además de que Fernando es el encargado de desactivar la tendencia excesivamente sentimental de Emiliano, e introduce el puntito de burla cuando Emiliano cae en esos excesos cursiloides en los que caen con frecuencia los enamorados y que los guionistas reflejan tan bien (con toda la intención de que resulten tan cursis como en la vida real, insistimos).
El papel de la protagonista femenina recae sobre la actriz Carolina Ramírez, una chica guapísima a la que le sobra de talento lo que le falta de artificio y silicona. Con esto queremos decir que Carolina es guapísima “a lo normal” sin estar ni recauchutada ni rellenada de nada. Su construcción de la buena, decente y responsable Rosario también es muy elogiable, y Carolina llora tan bien que desde aquí le queremos conceder el cetro que hasta ahora tenía Adela Noriega, Carolina llora mucho mejor. Aunque Rosario es el personaje con menos matices, también tiene elementos originales, como su naturalidad en la expresión de su cariño. Rosario es una heroína romántica, pero una heroína moderna, que se expresa como las chicas normales, sin mojigatería ni falsos pudores, sin dejar de ser inocente y buena. Tanto Rosario como su madre pecan de ser un poco ingenuas, porque es que Rosario no se entera, ni de las verdaderas intenciones de Macías, que no pueden ser más obvias, ni de las intenciones de El Coloso. Y la madre lo mismo, que crea que Macías sólo busca la amistad de su hija, está cañón, es para creer que Doña Raquel no sólo tiene problemas es la manos, sino también en la vista.
El guión nos permite ver cómo se desarrolla la relación entre Emiliano-Francisco y Rosario. A pesar de que los dos se enamoran aparentemente de forma repentina, lo que no es real ya que el desarrollo de la historia en la trama termina durandoles casi dos años, posteriormente se les concede tiempo para que su relación se cimente y consolide. O sea, no se trata de puro amor chin pún, aunque empiece así, sino que los dos personajes tienen oportunidad de conocerse y tratarse, lo que por un lado es más real y por otro nos da a los espectadores la oportunidad de ver a los protagonistas muchas veces juntos.


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